domingo, 14 de febrero de 2010

San Valentín

Me molesta San Valentín. Me resulta indigerible ver pasar piratas, sin patas de palo, con ramos de flores del tamaño de una corona para velorio; ver , en cada esquina, en cada canal, en cada página web, incitaciones al consumo de lo más aberrantes, y más empalagosas que Ricardo Arjona untado en dulce de leche.
Tampoco es que me disgusta que la gente se quiera (un poco), lo que me indigna es que la mayoría de nuestros ritos sean simplemente una deformación provocada a voluntad y conciencia por la honorable institución de la iglesia católica, para acomodarse, hace varios siglos, en un mundo mayormente pagano y afianzar su futuro descomunal poder.
Ojo! No es que quiera que todo el mundo ande hurgando los orígenes de cada costumbre e informándose de cosas que, de saberlas, no permitirían un acomodamiento tan cómodo y acrítico a nuestra perversa realidad/mercado.
Lo que me molesta es que los “ritos paganos” eran mucho más divertidos!!!
San Valentín, por ejemplo, parece tener sus raíces en las Fiestas Lupercales de Roma (lupercales, de lupus: lobo/a, animal adorado en Roma por haber alimentado a Rómulo y Remo, fundadores de la ciudad), que se llevaban a cabo alrededor del 15 de febrero y que eran festejos de la fertilidad. Por ese entonces, cuando el control de la natalidad era inexistente y se necesitaba que la gente procree, estos degenerados salían a las calles con lonjas de cuero de animales sacrificados bañadas en sangre. La gente corría desnuda intentando azotarse y, los que tenían la suerte de ser marcados con sangre, se iban a practicar sexo inseguro y salvaje, porque ese era un momento de gran fertilidad.
Peeeero… llegó la iglesia, con su moral rígida e intachable, más precisamente el Papa Gelasio I, que allá por el año 494 prohibió y condenó esta celebración pagana y la reemplazó por la mucho más honorable y deprimente San Valentín.
Creo que le dio resultado y que, después de tantos siglos de machacarnos el cerebro, nadie pensará, ni por un segundo, en cambiar el próximo San Valentín por un banquete de sexo salvaje. O me equivoco?
Me molesta San Valentín. Me resulta indigerible ver pasar piratas, sin patas de palo, con ramos de flores del tamaño de una corona para velorio; ver , en cada esquina, en cada canal, en cada página web, incitaciones al consumo de lo más aberrantes, y más empalagosas que Ricardo Arjona untado en dulce de leche.
Tampoco es que me disgusta que la gente se quiera (un poco), lo que me indigna es que la mayoría de nuestros ritos sean simplemente una deformación provocada a voluntad y conciencia por la honorable institución de la iglesia católica, para acomodarse, hacia varios siglos, en un mundo mayormente pagano y afianzar su futuro descomunal poder.
Ojo! No es que quiera que todo el mundo ande hurgando los orígenes de cada costumbre e informándose de cosas que, de saberlas, no permitirían un acomodamiento tan cómodo y acrítico a nuestra perversa realidad/mercado.
Lo que me molesta es que los “ritos paganos” eran mucho más divertidos!!!
San Valentín, por ejemplo, parece tener sus raíces en las Fiestas Lupercales de Roma (lupercales, de lupus: lobo/a, animal adorado en Roma por haber alimentado a Rómulo y Remo, fundadores de la ciudad), que se levaban a cabo alrededor del 15 de febrero y que eran festejos de la fertilidad. Por ese entonces, cuando el control de la natalidad era inexistente y se necesitaba que la gente procree, estos degenerados salían a las calles con lonjas de cuero de animales sacrificados bañadas en sangre. La gente corría desnuda intentando azotarse y, los que tenían la suerte de ser marcados con sangre, se iban a practicar sexo inseguro y salvaje, porque ese era un momento de gran fertilidad.
Peeeero… llegó la iglesia, con su moral rígida e intachable, más precisamente el Papa Gelasio I, que allá por el año 494 prohibió y condenó esta celebración pagana y la reemplazó por la mucho más honorable y deprimente San Valentín.
Creo que le dio resultado y que, después de tantos siglos de machacarnos el cerebro, nadie pensará, ni por un segundo, en cambiar el próximo San Valentín por un banquete de sexo salvaje. O me equivoco?

jueves, 4 de febrero de 2010

A papá

Los acordes que abrigan mis nostalgias

de guitarras ardiendo entre tus dedos,

cantándole una zamba a la esperanza

que borraba mis tristezas y mis miedos.


Las distancias que zanjabas los veranos

que partías a llenarte de misterios,

devolviendo a mi niñez una sonrisa

con regalos de mapuches y de sueños.


Este espíritu indomable que te debo

con su fuerza, sus temores, su incerteza,

mil palabras que dolieron pero llevo

como símbolo de lucha y de grandeza.


Estas ganas de correr a ver el mundo,

este miedo de perderme en el camino,

este gusto irreversible por el vino

lo heredé de tus pasos vagabundos.


El deseo que me quema las entrañas

de aprender algo nuevo cada día,

la honradez, la pasión y la ironía

que me vuelven esta mezcla tan extraña.


Festejar cada sesgo de alegría,

amar el amor a cada instante,

tantas cosas que son hoy un estandarte

me las dio tu libertad ante la vida.

domingo, 31 de enero de 2010

Domingos

Qué haría la hembra cuando entrase en celo
sin un macho que aparease aquel instinto,
qué haría el poeta si ya en su desvelo
no encuentra palabras que lo hagan distinto.

El mar sin arena para ir a dormirse
cuando las estrellas despueblen su playa,
la lengua que busca, que busca y no halla
una tibia boca donde ir a morirse.

Qué haría la tregua sin una disputa
que logre que luzca su excelsa importancia.
Y si la batalla no fuera injusta,
la paz tan ansiada perdería gracia.

Dónde iría el peregrino si extraviase
esa fe que lo empuja a su destino,
si ya no hubiera lo triste y lo feo,
la belleza sería un cruel desatino.

Qué harían las sombras que pueblan la siesta
sin esos veranos de los pueblerinos,
qué haría el que sufre sin alguna fiesta
donde ahogar las penas con algún amigo.

Si no lo colmara de ideas y magia,
qué haría el vacío que duele y que arde,
o dónde pondría mi enorme nostalgia
sin estos domingos de pena en la tarde.

jueves, 28 de enero de 2010

Volver (con la frente transpirada)

Nada como tomarse un descanso de este infierno y, apenas uno empieza a acostumbrarse, tener que pegar la vuelta.
Los regresos siempre me provocan una sensación de distancia de algo que por todos lados me es ajeno, pero repleta, sin embargo, de nostalgia y cierta desolación.
Es esa terrible sensación de despojo que se siente al probar algo delicioso y efímero, tal vez por lo primero lo segundo, quién sabe…
La cuestión es que anduve por las sierras cordobesas, meta mate, río, peñas y vino por tres hermosos y pocos días, que a dos jornadas de distancia, ya me parecen lejanos y hasta algo borrosos.
Allá también hacían muchos grados más de los que los veranos por estos trópicos acostumbraban brindarnos hasta hace algunos años, pero la sensación térmica, cuando el verde reemplaza el gris, es mucho menor, o al menos así parece.
Esto implica que mi mal humor cotidiano se multiplicó a un nivel extremo, que raya con la locura. Para colmo, ya termina enero, lo cual implica que una jauría de turistas desperdigados, volverá a superpoblar la ciudad, transformada en una horda de ciudadanos desquiciados.
Verdaderamente, me cuesta entender qué motivos nos llevan a vivir en estas condiciones: amontonados como piojos en costura, apurados, desolados, solitarios y re contra cagados de calor!!!
Podría hurgar en el paradigma de la (pos) Modernidad o algo por el estilo, pero tengo demasiado embotamiento cerebral para andar haciendo análisis tan complejos al pedo. Total, el hombre es un animal de costumbre y, con varias vacaciones a cuestas, sé que la nostalgia se diluirá en la vorágine cotidiana y acabaré por conformarme –como siempre y como todos- con esa estupidez mediocre de que peor es nada…

lunes, 18 de enero de 2010

Avatares del Destino

El viernes a la noche fui a ver Avatar…
James Cameron es un genio creando mundos estéticamente inalcanzables por su belleza, utopía y simbolismo. Eso sí, utiliza metáforas comprensibles hasta para un oligofrénico, como manda el cine actual; y hace un pastiche de remakes en el que se ven elementos de Matrix, El Señor de los Anillos y muchas de las películas de ciencia ficción/aventura/ catástrofe que hemos degustado en los últimos… 10 años? (con la edad se va perdiendo la noción del tiempo, che)
Comulgo con la visión de la civilización de Pandora (planeta en el que transcurre la historia) como una forma de vida potencialmente posible aquí, en un pasado lejano o en un futuro muuuy lejano.
Comulgo también con la visión pesimista del ser humano contemporáneo, siempre mercenario del poder y la riqueza, con la utilización de la tecnología como herramienta de destrucción al servicio de aquellos intereses y con el poder mayor, a fin de cuentas, de la naturaleza… Habrá otros detalles que se me pasan u olvidan, no por falta de lucidez (quiero creer), si no por falta de ganas…
Pero hay un par de cuestiones que me resultan ciertamente curiosas, que la tecnología que tanto denosta le posibilite hacer la película, la más cara de la historia; muchos tediosos clichés, como eso de “el elegido”, el villano malísimo, pero malísimo, eh?!, la historia de amor como “gancho”, el límite tan claro entre el bien y el mal, etc.
Y aún más allá de los detalles curiosos, hay algo que me resulta insoportable, recalcitrante y perturbador: quién es el héroe carilindo, valiente, inteligente que salva al planeta y al árbol ese que no me acuerdo como mierda se llama y a la mina y los humanos buenos…??? Un marine norteamericano!!!
Hay que ser hijo de puta, eh?!

domingo, 10 de enero de 2010

Megatlón

Hace varios años que voy a un gimnasio de mi barrio (mi barrio: intersección de dos avenidas desbordadas de colectivos cuya combustión puede matar una cucaracha, cotidianamente habitado por miles de transeúntes malhumorados, landronzuelos, cartoneros y demás especímenes encantadores.) a cuya moderada suciedad y aparatos obsoletos, me acostumbré por la fuerza de la constancia.

Pero hace algunos días recibí un regalito por demás interesante: free pass para Megatlon!!! No lo dudé por dos motivos: primero, por la plata que me ahorro; segundo, porque sabía que iba a convertirse en tema para el blog.

Por ahora, sólo puedo esbozar una primera impresión. Que, como toda primera impresión, está basada fundamentalmente en prejuicios, naturalizaciones y subjetividades fundadas sólo en valores sociales. Es decir, la parte más jugosa del asunto!!!

El primer rechazo, por supuesto y por envidia, me lo provocaron algunas representantes de mi mismo género. Una en particular, cuyo peso no superaba los 48 kg., 5 de los cuales eran siliconas y su estatura no era menor al metro 65, era un estereotipo perfecto de los estándares de belleza que nos rigen. Por supuesto, ella lo sabía y no dejaba de regocijarse al respecto en todos los espejos que tenía cerca (que, dicho sea de paso, superan los del albergue transitorio más fetichista), haciendo gestos con la boca como si estuviera practicándole sexo oral a un caballo y moviendo su cabellera perfecta al ritmo de sus caderas. Lo que me sigue resultando un misterio es qué desodorante usa, ya que yo, a pesar de realizar ejercicios menos intensos, estaba transpirada hasta la coronilla y cualquier mujer común sabe cómo nos quedan los pelos en esas condiciones.

Paso al sexo opuesto. Dios mío!!! Parecen partícipes de una secta que practica el culto a los esteroides. Desde ya que su nivel de ego no tiene nada que envidiarle al de la señorita del párrafo anterior, aunque sí su nivel de sudor que es directamente proporcional al tamaño desproporcionado de sus bíceps y a la disminución constante del funcionamiento de su sinapsis neuronal.

Yo no sé en qué parámetros se basan ellos, tal vez en los de la chica seca o en los de otros tipos bárbaros como ellos, porque supongo que varias coincidirán en que no los tocamos ni con una escoba.

Trato de encontrar el argumento al rechazo recalcitrante e inevitable que me provocan. Intuyo que lo que no tolero es esa rigidez (o frigidez, por qué no), tan antinatural e incómoda con la que se mueven; o, pensándolo bien, esa rigidez en la que se mueven como peces en el agua… y que los hace parecer inalcanzables como estereotipos y absolutamente infelices como personas.